Publicado en politica

El pueblo durmiendo

Así que por los 3 millones de ciudadanos americanos en la Isla, a quienes le coartan el derecho al voto, sal y vota, se su voz, se su representante.

Vamos a hablar a calzón quita’o, los puertorriqueños no entendemos lo que es el racismo extremo hasta que nos mudamos a los Estados Unidos. Con esto no quiero insinuar que Puerto Rico es una utópica sociedad que ha trascendido la discriminacion a base del color de piel. Pero, por lo general, en la isla nadia teme perder su vida porque el color de su piel no es la tez correcta que debes tener para estar en algún sector.

¿Y por qué empecé hablando del racismo en un artículo de política? ¡Obvio! En estos momentos de la historia estadounidense, la política y el racismo están atados de la mano. Cuando uno va creciendo, uno pasa por etapas, y eventualmente se da cuenta que no hay tal cosa como la perfección. Con mucha suerte, llegamos a un lugar que es casi perfecto o por lo menos mucho mejor que donde estábamos.

Hablemos de donde estamos, y hacia dónde queremos llegar. Ahora mismo, los racistas, nos atacaron y están al mando del barco. Nos tiran migajas y esperan a que estemos felices porque quieren que pensemos que eso es mejor a que nos dejen morir de hambre. Y si hay algo que he aprendido en esta vida es que nadie te va a valorar si tu mismo no te valoras. La estupidez de catalogarnos a nosotros mismos como rojos o azules —ya sea demócrata, republicano, soberanista, estadista o independentista— nos pone vendas en los ojos. No podemos ver claramente a nuestro alrededor. Como un caballo con vendas en una carrera vamos enfocados en esa única función, llegar a la meta, sin mirar hacia el lado y ver lo que estamos obviando. Estamos destruyendo el mundo, destruyendo nuestra humanidad, minimizando nuestra dignidad, dejamos que nos digan cosas poco correctas a diario. Estamos dejando que nos pongan en guerra con nosotros mismos. Nos han convencido que las injusticias que cometen contra nosotros son buenas y por nuestro propio bien.

Nos distraen poniendo temas que nos apasionan y nos dividen, ya sea, si estamos a favor o en contra de la estadidad, los derechos LGBTQIA+, el aborto, entre otros. Y se nos olvida que lo realmente importante es la política pública que promueva la persona que nos va a gobernar. Osea nosotros queremos una sociedad donde todo el mundo tenga los mismos derechos y oportunidades, ¿o no? Nosotros pensamos que cada cual debe tener la libertad de expresarse y amar a quien le de la real gana, ¿o no? Yo como individuo, tengo qué derecho de dictar lo que haga mi vecino con su cuerpo ¿o no?

En los últimos cuatro años el partido republicano, dejó atrás décadas de batalla en contra de la discriminacion, y abrazó la política pública del odio del actual incumbente de la Casa Blanca. Él se ha enfocado en el miedo, en hacernos pensar que hay una cantidad finita de éxito en esta vida. Nos ha convencido que dejar que otra persona —ya sea por su color de piel, en donde nació, qué religión sigue, a quién ama— tenga la oportunidad de luchar por sus sueños es lo mismo que dejarlos que nos roben nuestras propias aspiraciones. Que el éxito es un recurso escaso y que para nosotros poder salir adelante tenemos que pisotear a los que viven en el piso de abajo.

Tenemos que dejar atrás esas etiquetas que nosotros mismos nos ponemos. Nos ciegan, y nos enfocan en seguir a una persona o entidad en vez de buscar un bien común. Debemos reconocer que todo el mundo debe tener la libertad de poder vivir su vida como lo escojan siempre y cuando no afecten la vida de los demás. Y tenemos que rechazar inequívocamente a la gente que nos quiere dividir y que activamente tratan de poner en guerra vecinos contra vecinos, hermanos contra hermanos, amigos contra amigos. El tiempo que tenemos en esta tierra es demasiado fugaz para malgastarlo tratando de controlar la vida de los demás y no dejando vivir libremente y en paz.

Así que por los 3 millones de ciudadanos americanos en la Isla, a quienes le coartan el derecho al voto, sal y vota, se su voz, se su representante. Vota por el candidato que represente el progreso para ti y deja atrás el pasado.

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Publicado en Vida Diaria

El español Boricua

Debemos sentirnos orgullosos de nuestra lengua así como sentimos orgullo de nuestra música, comida y cultura. 

Una primera lengua, lengua materna / paterna / parental, se define como una lengua a la que una persona ha estado expuesta desde su nacimiento o durante el período crítico de su desarrollo. El español es mi lengua materna. Es el idioma en el que pienso, en el que sueño, en el que me siento cómoda hablando con un vasto vocabulario. Al salir de la isla, el inglés se convirtió en el idioma que utilizamos para trabajar, para comunicarnos con los vecinos y con las amistades de otras nacionalidades, en fin es mi segundo idioma. A todo esto debemos añadir una subcategoría bajo el español; es el español puertorriqueño.

¡Que diferente hablamos las personas hispanas! Al exponerte entre tantas nacionalidades que hablan tu mismo idioma te das cuenta lo diferente que puede ser en muchas ocasiones una misma lengua. Incluso si necesitas utilizar el español para trabajar, te tienes que cuidar del significado de lo que estás diciendo para esa otra persona. Recuerdo que en una ocasión estaba trabajando en una convención donde ayudaba a las personas que no hablaban inglés a registrarse y orientarse de las actividades programadas. Mientras atendía a un señor mexicano le dije “ve a la mesa y coge un panfleto” entonces su rostro se desfiguró, debí decirle “agarre”, pues cojer para ellos significa “actos sexuales”. Desde entonces, siempre estoy pensando antes de hablar.

Otro día invitamos a “janguear” a nuestra casa a unos amigos músicos mexicanos. En esa ocasión sabía que tenía que explicar lo que esa palabra significaba y desde entonces cuando ellos quieren salir nos invitan a irnos de “jangueo”. Ese día fue interesante por demás. Cuando llegaron, ellos querían unas “chelas” (cervezas) mientras que nosotros queríamos unos tragos con “jugo de china natural” (jugo de naranja). Yo, como todas las ocasiones en las que recibo visita, me puse a cocinar, les preparé un “pernil” (puerco) con arroz blanco y “habichuelas” (frijoles), “tostones” (plátano frito) y quedaron encantados con “el mayo ketchup” (salsa rosada). Cuando les presenté el “coquito”, lo más cercano que tenía para comparación es lo que se le conoce en inglés como “Eggnog”. Definitivamente no hay otra palabra para tan deliciosa bebida, pero créanme que terminaron conociéndolo a la perfección.

¡El español de Puerto Rico es casi un idioma por sí solo! Tiene influencias tainas, africanas, españolas y estadounidenses. Con todas esas influencias, no es extraño que tengamos tantos regionalismos. Te cuento que ahora que vivimos fuera de la Isla, comenzarás a utilizar otras palabras que normalmente no usarías, mezclarás los idiomas (inglés y español) y hasta probablemente incorpores palabras de otros idiomas a tu diario vivir. Sin embargo siempre saldrá un “cuida’o”, “presenta’o” en cualquier conversacion, así como también arrastrarás la R pues es una característica del lenguaje boricua muy generalizada en la población. Debemos sentirnos orgullosos de nuestra lengua, así como sentimos orgullo de nuestra música, comida y cultura.